El ingeniero Pedro Pérez, profesor de Zootecnia Especial de Facultad de Agronomía de la UNT, trazó un perfil de la ganadería.
El campo, en general, y la ganadería vacuna, en particular, “viven una situación que se puede resumir en una palabra: incertidumbre. Precios fijos o controlados, restricción de exportaciones, presión impositiva, subsidios y quita intempestiva de subsidios”, como en el caso de los feed lot, entre otras medidas, “contribuyen a desalentar el ingreso a la actividad”.
Santiago y Salta aumentaron sus existencias, desde 2003, por el desplazamiento de la ganadería de la Pampa Húmeda. Hay que buscar la razón en la disponibilidad de tierras para habilitar y el precio de la hectárea, que hicieron posible el desembarco de ganaderos de Córdoba o Santa Fe. Como sabemos, Tucumán no tiene superficie para captar este corrimiento.
El panorama es de “retraso en los precios del producto (kg vivo)”. En los últimos años “creció en forma sostenida el costo de producción”: alambres, jornales, medicamentos, gas oil, fueron reduciendo la rentabilidad de la actividad, y llevaron a una situación actual de liquidación de vientres, síntoma del desaliento de los ganaderos.
“La oportunidad de Tucumán pasa por enfatizar el desarrollo de los engordes a corral”, que ocupan poca superficie y ensamblan muy bien con la soja. “Pastoreo intensivo, con suplementación, puede ser una alternativa para la llanura deprimida” y, definitivamente, “la producción de genética de excelencia, mediante las cabañas, representa un avance sobre la oferta de productos con valor agregado”.